sábado, 12 de abril de 2014

Fibromiálgia





Nos agrada especialmente hablar sobre la fibromiálgia, ya que colaboramos desde hace años con Afibrom (Asociación de fibromiálgia de la comunidad de Madrid). Esperamos que nuestra experiencia pueda ayudar a las personas que la padecen.
La fibromiálgia se define principalmente como fatiga y dolor generalizado y crónico a nivel musculoesquelético. Pero no es sólo eso, ya que le acompañan otros  múltiples síntomas.



Síntomas

-Síndrome del intestino irritable.
-Alteraciones del sueño.
-Rigidez a anquilosamiento después de un periodo de reposo o de una posición fija.
-Parestesias (hormigueo o entumecimiento).
-Dolor de cabeza.
-Cistitis de repetición.
-En mujeres, reglas dolorosas, dolor vulvar o vaginal, especialmente durante el coito.
-Alteraciones en la articulación temporomandibular.
-Fatiga crónica.
-Intolerancias químicas.
-Hipersensibilidad sensorial, a la luz, a los ruidos, a los olores y al tacto (ropa sobre la piel, etc..)
-Pérdida de memoria, niebla mental, dificultad para la concentración.
-Depresión.
-Desequilibrio.
-Síndrome de piernas inquietas.
-Confusión visual al seguir objetos con la vista (conducir, leer un libro...)
-Ansiedad.
-Alergias o rinitis.
-Alteración en la regulación de la temperatura corporal (mucho frío o mucho calor)
-Problemas en la piel como hinchazón, sequedad, manchas, picor...
-Sequedad de las mucosas: ojos, boca, vagina (en mujeres).
- Trastornos del sistema digestivo: dificultad al tragar, gastritis, disminución del metabolismo hepático.
- Costocondrálgia (dolor en la unión de la costilla con el cartílago costal)

No todas las personas tienen todos los síntomas, y a veces unos síntomas aparecen y otros se mitigas. En general suelen agravarse cuando se viven situaciones de estrés, cuando hace mucho frío o cuando hay cambios de la presión atmosférica (con el tiempo lluvioso por ejemplo).

Origen

No se sabe aún el origen por lo que no hay una prueba diagnóstica ni tratamiento claro. Hasta ahora se han barajado varias hipótesis de su posible causa: falta de hormona del crecimiento, actividad del virus Sterr Barr, alteración del sistema nervioso, origen genético, etc...
Recientemente se ha demostrado, tras un estudio en pies y manos, que existen un número más elevado de lo normal de unas fibras nerviosas llamadas derivaciones arteriola-vénula que hasta ahora se creía que intervenían sólo en el flujo sanguíneo, regulando la temperatura corporal. Ahora se sabe que también intervienen en la percepción del tacto, pudiendo sentir así más el dolor. Además la mala regulación del flujo sanguíneo a los músculos puede ser la causa de dolor y fatiga. A pesar de este descubrimiento no es seguro que esta sea la causa o una consecuencia de otro posible origen.
En lo que empiezan a estar de acuerdo cada vez más estudios es que los síntomas son consecuencia de una alteración del sistema nervioso central, incluso algunos estudios son más concretos y hablan de alteraciones en el hipocampo. Lo que se desconoce es porqué se producen estas alteraciones. En muchas ocasiones se desarrolla tras un trauma físico o una vivencia emocional que se viven como gran peligro para la supervivencia. Pero no en todos los casos la persona recuerda haber pasado por una experiencia de este tipo.

Diagnóstico

El diagnóstico se hace por descarte de otras posibles patologías con las que a veces se puede confundir como: artritis reumatoide, lupus eritomatoso, espondilitis anquilosante, celiaquía, síndrome de intolerancia química, fatiga crónica, alteraciones en las glándulas tiroides, alteraciones en el funcionamiento de las glándulas suprarrenales, etapa temprana de esclerosis múltiple.
Descartando estas patologías y comprobando que hay más sensibilidad al dolor en algunos puntos específicos y zonas del cuerpo, el diagnóstico es muy posible que sea fibromiálgia.

Tratamiento

El tratamiento hasta ahora se basa en antiinflamatorios, antidepresivos y fármacos para dormir y reducir el dolor prescritos por el reumatólogo.
Pero lo cierto es que en la mayoría de los casos estos fármacos no son muy efectivos, disminuyen el dolor parcialmente y cada vez es necesario aumentar la dosis para que sigan teniendo efecto. Por otra parte el consumo de mucha medicación produce un aumento de la toxicidad hepática, aumentan la niebla mental, la desorientación, y por ello en algunos casos también la angustia de sentirse incapaces de realizar las tareas habituales. Con esto no queremos aconsejar dejar la medicación sin prescripción médica, sino buscar otros métodos que ayuden con los síntomas y que de esta forma pueda reducirse la ingestión de fármacos.
Es posible que esté cerca el descubrimiento de su causa y un tratamiento eficaz, pero hasta entonces ¿Qué puedes hacer por ti?
Nuestra respuesta después de años de experiencia personal y profesional es que puedes hacer mucho por ti, hay otras alternativas que funcionan, que te ayudarán a mejorar los síntomas y tu calidad de vida, a reducir o eliminar la medicación, y a proyectarte de nuevo en un futuro más optimista.
De estas alternativas hablaremos más detalladamente en otro post, de sus efectos y ventajas.
El tratamiento indispensable para minimizar los síntomas se compone de:
- Terapia corporal (cráneosacral, masaje, shiatsu, drenaje linfático, reiki…)
- Ejercicio suave y adecuado a tu capacidad y gustos (Tao yin, chi kung, tai chi, pasear o bailar)
- Alimentación: siguiendo una dieta lo más personalizada posible, que sea antiinflamatoria y alcalina.
- Seguimiento psicológico (si es necesario)
- Técnicas de relajación o meditación.

Si tienes alguna sugerencia, duda, inquietud o quieres saber más sobre el tema que hemos tratado aquí o sobre otros temas que sean de tu interés, por favor, no dudes en contárnosla y te ayudaremos con muchísimo gusto.




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