¿Quién soy
yo?
¿de dónde vengo? ¿adónde voy? Son
tres preguntas a las que la filosofía, la metafísica o las religiones han
tratado de dar respuesta desde hace muchas generaciones. Son preguntas que como
seres humanos nos hacemos en algún momento de la vida. Y aunque empezamos a
buscar respuestas un poco más adelante, ya desde
muy niños podemos darnos cuenta si hay controversia entre lo que siento que soy y lo que me dicen
que soy.
Aunque es un tema muy complejo,
podríamos resumir que la identidad es la base en la que se conforma el yo. Su
formación es un proceso que comienza a configurarse desde el momento del nacimiento y junto a las experiencias biográficas vamos creando
una imagen sobre nosotros mismos, la que nos permite actuar de forma coherente
según lo que pensamos e interactuar así con otros individuos.
Podemos tener conciencia de
nuestro yo en distintos niveles, por lo que podríamos hablar de una identidad corporal o física, sexual, una identidad familiar, socio-cultural, incluso de especie.
Los conflictos de desarrollo de identidad
pueden ser consecuencia de varios factores, como la forma en que fue nuestro nacimiento (por ejemplo, existe menor
conciencia de nuestro cuerpo cuando nacemos por cesárea), de la ruptura o el
olvido de nuestra cultura ancestral
o de nuestros genes ancestrales o de
los efectos de los estereotipos sociales
en nuestra experiencia biográfica.
Con la terapia cráneo-sacral ayudamos a conectar los tejidos y en muchos casos
el niño o el adulto comenzará un proceso de liberación somatoemocional en el que se revive el nacimiento, dándole la
oportunidad de conectar con los recursos
necesarios para recuperar la información
tisular que no fue posible tomar en el momento real del parto.
El trabajo
con constelaciones familiares
permite integrar en nuestro corazón
y en nuestra conciencia lo que por diversas razones fue separado o excluido: unos padres, un país, una
cultura...
No hay comentarios:
Publicar un comentario